Todos los cristianos tenemos la gran responsabilidad, de custodiar la fe del pueblo de Dios, esta es nuestra tarea como auténticos cristianos que debemos ser.[1]
Nos vemos enfrentados a una realidad nunca vista en la historia de la humanidad, la degradación social está llegando hasta sus más amplios limites fruto del ansia de poder del hombre; y de la forma forzada y facilista como busca obtener las cosas, pero es nuestro deber como discípulos misioneros empezar a trabajar por una visión diferente de la vida a la luz del evangelio y siguiendo el ejemplo de Cristo, para con nuestro testimonio empezar a edificar y evangelizar el entorno que nos rodea, desde las pequeñas comunidades. Asumiendo la misión, como algo que se hace desde lo más pequeño en el propio lugar donde nos encontramos, reconociendo las necesidades y debilidades de nuestras comunidades, y guiándolas a la luz del evangelio, teniendo en cuenta que todos somos misioneros sin importar el lugar donde nos encontremos.
Ser cristianos es algo que la mayoría de nosotros lo hemos recibido de nuestros padres como una herencia, pero ser cristianos va mucho más allá de esto, es algo que nosotros debemos elegir no por una idea o por una decisión ética[3] , sino por el encuentro real y personal con Cristo que nos abre un nuevo horizonte y nos lleva a vivir nuestra vida con una orientación decisiva, por esto en la iglesia cada uno de sus miembros está llamado a vivir con fuerza el amor de Cristo para convertirse en discípulo misionero que comunique con valentía y fuerza la buena nueva de Jesucristo “el mesías el hijo de Dios vivo.” (Mt. 16.)
Es tarea del discípulo misionero dar a conocer a Jesús como destino de plena felicidad para el hombre, que las pequeñas comunidades lo conozcan y entiendan que él, es el verbo encarnado de Dios, que con su vida nos dio ejemplo de comunidad, con sus palabras enseñó el nuevo mandamiento del amor y con su muerte y resurrección revela el misterio del amor misericordioso del padre.
Para los cristianos, la alegría se basa en el amor misericordioso del padre, por eso cada uno de nosotros como discípulos misioneros debemos vivir esa alegría representada en el misterio pascual de Cristo que por la acción del espíritu santo nos hace pasar de la muerte a la vida.
“El Dios de la alianza, rico en misericordia nos ha amado primero[4]”, no somos una coincidencia en el mundo, porque desde el origen de los tiempos antes que nos formáramos, fuimos planeados por Dios, de ahí que todos estamos llamados a difundir el mensaje de Jesús, sin temor a la contradicción que generaran nuestras palabras; debemos ser profetas en un mundo de contradicciones. (Cf. Jr. 1,5)
De acuerdo con la metodología que nos plantea el documento ver, juzgar y actuar, nosotros estamos llamados a no quedarnos simplemente como espectadores y testigos de una realidad que podemos ayudar a mejorar. Desde la palabra de Dios y el testimonio de vida que nos ha dejado Jesucristo, nosotros tenemos el deber como buenos y auténticos cristianos que debemos ser, de ponernos al servicio del pueblo de Dios; estamos viviendo una época muy difícil para la evangelización, la nueva era de las tecnologías, la moda, la globalización, el materialismo, y el consumismo, están envolviendo al hombre de hoy y lo están atrapando en un laberinto de donde el ser humano solo puede salir con la ayuda de Jesús.
La humanidad en su afán de poseer bienes materiales esta dejando de lado la espiritualidad y los preceptos de Dios, el hombre esta olvidando que todo nos procede de Dios y esta empezando a sentir superioridad y a creer que puede disponer de todo lo que esta a su alcance, entonces empieza a perder la orientación de su vida, cae en las drogas, en el desenfreno sexual, la violencia, y empieza a materializarse la profunda crisis social que están viviendo nuestros pueblos hoy. Crisis que tiene sus raíces en la degradación que están sufriendo las familias; hoy en la época que estamos viviendo la imagen de familia que nos propone Jesús que es vivir a ejemplo de la familia de Nazaret, está totalmente desdibujada, la sociedad quiere proponer un modelo de familia muy diferente, si es que así se le puede llamar; la modernidad llama a vivir una vida afectiva desordenada, donde nadie asume compromisos, un modelo que se convierte en la filosofía de vida para muchas personas que no asumen sus responsabilidades y solo buscan momentos de placeres y diversión, fruto de esto es el fenómeno de tantos niños que crecen sin su papá, y desde ahí empieza a desfigurarse lo que debe ser la unidad de la familia, fruto de este fenómeno empieza a generarse en la niñez y la juventud una serie de dificultades y vacios que en muchos casos es lo que esta desencadenando la situación de crisis en nuestra sociedad, este tipo de situaciones se presentan con mayor fuerza en los sectores urbanos; la falta de educación, las pocas oportunidades de empleo, la marginación, son el detonante de la crisis humana que estamos viviendo y ante estas realidades los cristianos debemos sentirnos comprometidos y obligados a hacer algo por las comunidades que están cerca de nosotros, porque estas son situaciones que se presentan en nuestro entorno más cercano y es ahí, donde debemos empezar nuestro proceso de evangelización, debemos crear conciencia de que, “ la familia es imagen de Dios, que en su misterio mas intimo, no es una soledad sino una familia”[5] por esto en nuestra sociedad es urgente llevar a las personas a valorar la familia, y tomar sentido de responsabilidad frente a la conformación de la familia. Es necesario educar a los jóvenes que son el futuro de la humanidad, en el sentido que miren la familia como un proyecto de vida, que los lleve a su realización, porque en la actualidad muchas familias no se están conformando como un proyecto, sino como un accidente fruto de la inmadurez y la falta de responsabilidad con que el joven está asumiendo su sexualidad, como una consecuencia de esto, muchas parejas están conformando lo que llaman una familia, obligados por un embarazo no deseado, o motivados por un falso amor que es fundamentado en la atracción física pero que desaparece con el tiempo a medida que se van descubriendo y conociendo el uno al otro; la unidad de la familia es algo que hemos recibido de Jesús cómo una herencia y como el más grande ejemplo de unidad cristiana, nuestros abuelos, lo han prolongado, de ellos hemos recibido la formación cristiana y los valores éticos y morales que deben fundamentar nuestra vida de cristianos, por esta razón es tan importante fortalecer la unión y la permanencia de la familia en el tiempo, para asegurar que estos valores y esta unidad, se sigan trasmitiendo de generación en generación, para lograr este objetivo es necesario evangelizar a el joven, y hacerle entender el valor de la vida y la responsabilidad que tienen frente a la familia y los hijos.
“los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo[6]” por esta razón la llegada de un nuevo niño a este mundo no puede ser un accidente, de ahí la responsabilidad que tienen los jóvenes de asumir la familia como un proyecto de vida, y la sexualidad como signo de un amor responsable y sincero entre dos personas que quieren compartir su vida y conformar una familia. Desafortunadamente estamos viviendo una época donde los poderes legislativos han perdido la conciencia moral y cristiana, y empiezan a formular leyes que van en contra de la vida humana, desde la concepción, aprobando el aborto y la libre distribución de medicamentos abortivos, esto desencadena en una cultura de muerte, donde el desenfreno sexual es el común denominador, y la solución a lo que se les convierte en un problema se puede encontrar a la vuelta de la esquina, como si esto fuera poco ahora se les ocurre la idea de permitir que parejas del mismo sexo puedan adoptar niños, esto va aun mas en contra del designio de Dios ( hombre y mujer los creo, Gn. 5, 2) y los cristianos católicos no debemos silenciarnos ante esta situación y debemos salir en defensa de los niños que tienen derecho a crecer en un ambiente de familia, con la imagen de un padre y una madre reales, que le permitan desarrollar su afectividad de una manera normal integrados efectivamente en la sociedad y en una familia cristianamente constituida, por esto, es deber de nosotros como discípulos misioneros evangelizar a los jóvenes y, a la luz del evangelio de Cristo empezar a generar una nueva conciencia e impulsar la cultura del respeto por la vida , la dignidad y respeto por la humanidad de los niños.
Desafortunadamente en muchos sectores de nuestra sociedad especialmente los más marginados, los niños y la juventud están siendo víctimas de los más grandes abusos, son sometidos a la prostitución, el trabajo forzado, la mendicidad y, la drogadicción, nosotros como cristianos llamados a la misión estamos obligados a mirar la infancia y la adolescencia, como una de nuestras prioridades, ya que en los niños y en los jóvenes esta el futuro de la iglesia y del mundo.
“Dejad que los niños si acerquen a mi”( Lc. 16 ) nuestro señor Jesucristo nos ha dejado los niños como ejemplo de humildad, y camino a seguir para llegar al reino, por esto es nuestro deber trabajar por su evangelización, y luchar por la defensa de sus derechos y la defensa de su dignidad; “la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión de la fe”[7] por esto nosotros estamos llamados a aprovechar este potencial para fortalecer nuestra iglesia católica, es tarea nuestra fortalecer la pastoral familiar, infantil y juvenil, si logramos integrar estos tres grupos pastorales podremos recoger muy buenos frutos, en cuanto al fortalecimiento de la familia, porque la familia, es el centro de la sociedad y de la vida cristiana.
OMAR ANDRES OSPINA HERNANDEZ
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